En serio, yo sé que con estos 40º a la sombra no apetece hablar de sopas, pero Portugal é diferente. La sopa es el plato nacional de Portugal por encima del bacalao. Tan importante es que podríamos encontrar una sopa por día y no repetir en un año. De todas las sopas portuguesas, por relevancia, historia y humildad, el caldo verde es la estrella.
Para esta auténtica sopa portuguesa, necesitas:
- Patatas
- Caldo verde (es una verdura que se llama así, un tipo de col que en Portugal se vende directamente picada; si no, puedes comprar la col entera y picarla muy fina)
- Cebolla y ajo
- Chorizo
- Nuez moscada; jengibre en polvo
- Agua, sal y pimienta
- Aceite de oliva
También facilísimo, como todo lo que comparto por aquí.
Pelamos las patatas (4 o 5 grandes) y las rompemos en trozos medianos clavando el cuchillo y haciendo palanca, como con las patatas a la riojana. Así conservan mejor el almidón para más tarde.
Un sofrito de ajo y cebolla no necesariamente fino en aceite de oliva, ya que después se triturará. Le añado sal y pimienta, nuez moscada y un pelín de jengibre en polvo. Cuando la cebolla se transparenta, podemos añadir los trozos de patata para que cojan un poco del sabor del sofrito.
Las patatas se rehogan hasta que tengan colorcillo, y las cubrimos por completo con agua. Subimos el fuego al máximo para que hierva y se cuezan bien las patatas. Añadimos más líquido si se evapora demasiado.
Mientras cuecen las patatas, cortamos el chorizo en láminas finas y las ponemos en la plancha (vuelta y vuelta, que se doren). Yo calculo cinco o seis rodajas por persona.
Si la patata está lo suficientemente blanda, podemos pasar a triturar todo el contenido de la olla hasta que se forme una crema de patata muy clara, que será la base de nuestra sopa; si es necesario, se puede añadir más agua en caso de que sea un mazacote de patata, pues la textura debe ser la de una crema ligera. Rectificamos con sal y pimienta (la patata absorbe la sal y tiende a dejarlo todo muy soso). Con el caldo de nuevo en el fuego, añadimos la col picada cruda o directamente congelada, uno o dos puñados por comensal, y dejamos que cueza.
Con la verdura ya cocinada en el caldo de patata, volvemos a probar por si necesita sal, pimienta, nuez moscada o jengibre, y servimos en tazones. En cada tazón se añaden las láminas de chorizo para que queden flotando (el caldo debe ser lo suficientemente denso para que el chorizo flote o al menos no se hunda por completo). Si no comes carne, puedes prescindir del chorizo, aunque para mí le da el toque mágico.
¡Listo para comer!
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